Por Rich Pérez, Pastores CT, Estratega de Contenidos
Tostadas de aguacate con un poco de riesgo
Hace unas semanas, llevé a mi hijo a desayunar. Entre bocados de mi tostada de aguacate y sus esponjosas tortitas, compartió algo profundamente vulnerable. Respiré hondo, di otro bocado a mi comida y le ofrecí lo que esperaba que fuera una mirada reconfortante.
Aquella mañana me di cuenta de algo: Si usted aprende a escuchar cuando hay poco en juego, confiarán en usted cuando haya mucho en juego. Este principio estaba empezando a dar sus frutos en mi relación con mi hijo.
Una decisión, no una reacción
La confianza es la base de nuestra existencia, el eje sobre el que descansan las sociedades, las relaciones y las instituciones. Sin confianza, estamos a la deriva en un mar de incertidumbre. En Génesis 22:3-19, vemos a Abraham siendo puesto a prueba, un viaje que resuena profundamente con nuestras propias luchas en la fe.
El viaje de Abraham al lugar del sacrificio no fue un paseo rápido; fue una odisea de tres días, emblemática del tiempo que se necesita para forjar una confianza genuina. La confianza, después de todo, no es una reacción instintiva, sino una elección deliberada, que a menudo nace de la lucha con la esencia misma de en quién estamos llamados a confiar, en el caso de Abraham, Dios.
En plena pandemia, tomé una foto de nuestra familia dando un paseo socialmente distendido por nuestro parque local. Lo más interesante de la foto es que sólo capté nuestras sombras. «El amor se forma en las sombras». Esta frase resonó en mí mientras reflexionaba sobre la fotografía.
La confianza es difícil no porque Dios sea indigno de confianza; más bien, la lucha radica en nuestra voluntad de creer en Su bondad, sabiduría y poder, incluso cuando Sus peticiones parecen incomprensibles.
La estancia de tres días de Abraham no fue sólo una travesía física, sino también mental y espiritual. Luchó con la enormidad de la petición de Dios, agonizando por el sacrificio exigido. Es un recordatorio conmovedor de que confiar en Dios no siempre es indoloro. A veces, significa aceptar Su voluntad, incluso cuando contradice nuestros deseos, incluso cuando duele.
Sin embargo, esta angustia encierra una profunda verdad: la confianza es una decisión que se cultiva con el tiempo. Dios no exige obediencia ciega; Dios deja espacio para la duda, para el cuestionamiento, para la lucha con Su voluntad. Es como si dijera: «Tómate tu tiempo, Abraham. Reflexiona. Deja que crezca en ti la confianza».
El viaje de Abraham refleja el nuestro. Recorremos paisajes de duda y miedo, preguntándonos si realmente podemos confiar en el plan de Dios. Pero al igual que Abraham encontró consuelo en su eventual -aunque reacia- obediencia, nosotros encontramos consuelo en saber que Dios está siempre presente, guiándonos a través del tumulto de la incertidumbre.
Ciertamente, la confianza no es un hecho aislado; es un proceso continuo, que se desarrolla tras los desafíos de la vida. La prueba de Abraham vino «después de estas cosas». No sabe cuánto agradezco esas tres palabras.
La prueba llega sólo después de que Abraham haya demostrado su confianza en Dios abandonando su patria y la casa de su padre. Sigue a sus fervientes oraciones, suplicando que se perdone una ciudad en la que residen sus seres queridos. Se desarrolla después de confiar en la protección de Dios durante su estancia en Egipto, ante la amenaza de la ira del faraón. Esta prueba llega después de décadas de anhelar un hijo, tras haber sido testigo de la fidelidad de Dios en el cumplimiento de la promesa de descendencia.
Un recordatorio pastoral
No son pocas las pruebas que hemos afrontado y afrontaremos, nada menos que como líder. Líder, abraza las pruebas que refinan nuestra fe, sabiendo que allanan el camino para una comunión más profunda con nuestro Creador. La confianza no consiste en obtener respuestas, sino en formarse como alguien que sabe luchar con las preguntas y llegar a la confianza.
Al final, el sacrificio de Abraham prefigura un acto de amor mayor: el sacrificio de Cristo. A través de él, Dios nos ofrece la redención y la gracia, invitándonos a una relación basada en la confianza y el amor indefectible.
Mientras navegamos por las incertidumbres de la vida, que encontremos consuelo en saber que Dios camina a nuestro lado, invitándonos a confiar en Su plan, y encontrando consuelo en que donde Él nos llama, ya Él está allí esperando.
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Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera.