A nuestra familia nazarena global,
Mucho ha cambiado en tan poco tiempo. Nuestro ciclo diario de noticias está lleno de informes sobre la pandemia mundial de COVID-19. Los líderes gubernamentales, profesionales médicos, investigadores y científicos están trabajando diligentemente para detener la marea del contagio y para proteger a los ciudadanos de sus países. Todos hemos sido impactados en mayor o menor grado.
Las autoridades nacionales, estatales y municipales nos han aconsejado restringir nuestras reuniones públicas, mantener la distancia social y observar rigurosos protocolos de salud. La amenaza es grave y real: es necesaria una acción inmediata para «aplanar la curva» dentro de lo posible. Creemos que es esencial que como iglesia en todo el mundo hagamos nuestra parte, incluso mientras la misión de la iglesia continúa.
Hemos estado en comunicación continua con los líderes regionales, de área y de distrito. Estamos escuchando informes maravillosos de cómo nuestras iglesias están respondiendo con compasión y creatividad; siendo cuidadosas pero valientes. Muchos están haciendo su parte para adaptarse porque entienden que el ministerio cristiano se extiende mucho más allá de las paredes de un edificio. Las crisis a menudo revelan nuestra dependencia de Dios y las oportunidades para realizar el ministerio que antes no podíamos ver. Gracias por permitir que la luz de su testimonio brille intensamente.
Sin embargo, también nos damos cuenta de que hay muchos desafíos nuevos; totalmente distintos a los que hemos enfrentado en nuestra vida. Debido a que la Iglesia del Nazareno es una iglesia global, es difícil hacer recomendaciones generalizadas que se adapten a cada situación. En nuestros diversos países, existen diferentes protocolos gubernamentales de salud que recomiendan restricciones en las reuniones. Si bien creemos en la importancia vital de la reunión de los santos, debido a la naturaleza altamente contagiosa de este virus, y como una forma de mostrar nuestro respeto a las autoridades gubernamentales y de amar a nuestro prójimo, pedimos a todas las iglesias locales que cooperen y que sigan las recomendaciones de su nación, estado y municipio. Además, estamos capacitando a los líderes de distrito para que ofrezcan directivas y pautas a las iglesias locales en materia de reuniones congregacionales de acuerdo con las instrucciones del departamento de salud. Encontraremos nuestro rumbo durante este tiempo con la ayuda de Dios y la fuerza del cuerpo de Cristo.
Queremos llamar a la iglesia a la oración. Como dijo uno de nuestros superintendentes de distrito: “Ore ahora y con frecuencia. «¡Ore por la paz!» Ore por paciencia. Ore para aprender. Ore para que el Espíritu Santo que no está sujeto a ninguna de las restricciones temporales, llegue a las personas en sus hogares. Ore para que Su poder fluya de nosotros en una compasión y convicción a la semejanza de Cristo, tanto que, aunque no nos reunamos para celebrar un servicio de adoración de acuerdo con nuestras costumbres, experimentemos la presencia de Jesús y lo reflejaremos en todo lo que decimos y hacemos”.
Finalmente, recordemos la palabra de Dios: «Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Timoteo 1: 7). El pueblo de Dios no vive con miedo ni responde con pánico. Sabemos que Dios nunca nos dejará ni nos abandonará. El perfecto amor echa fuera el temor. Además, se nos ha dado el poder del Espíritu Santo para responder con amor y gracia a nuestro prójimo, independientemente de nuestras circunstancias. Se nos ha dado una mente sensata para tomar decisiones sabias y el fruto del Espíritu para darnos amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad y dominio propio mientras seguimos a Jesús y oramos para que se haga su voluntad, en la tierra como en el cielo.
Oramos por la sanidad divina del COVID-19, pero también oramos para que tengamos la gracia para ser fieles a nuestra misión, «Hacer discípulos semejantes a Cristo en las naciones». Las fronteras nacionales podrán estar cerradas temporalmente, el distanciamiento social podrá ser necesario por un tiempo, pero el evangelio no será disuadido.
Gracia y paz para todos,
La Junta de Superintendentes Generales
Eugénio R. Duarte
David W. Graves
David A. Busic
Gustavo A. Crocker
Filimão M. Chambo
Carla D. Sunberg
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Tomado de: Church of the Nazarene