El Año 2015 trajo consigo, apenas empezando, una experiencia que marcó mi vida de una forma totalmente inesperada. Costa Rica fue testigo de un evento simplemente hermoso, sí, estoy hablando del evento de Tercera Ola. Dios me permitió ser parte de este evento, no como participante, sino como voluntario.
Con un corazón dispuesto a servir y a hacer lo que Dios me dispusiera a hacer fui el miércoles y no voy a negar que fue muy cansado, todo el día desde muy temprano hasta muy noche… Pero, la experiencia de este día fue realmente impactante, poder estar en los cultos, oír testimonios de personas que están siendo las manos y los pies de Cristo en sus países, personas apasionadas trabajando sin desmayar por la obra, todos alabando en un mismo sentir, como un solo cuerpo.
El resto de la semana fue muy similar, mucho trabajo, mucho cansancio. Pero al ver la presencia de Dios en ese lugar de forma tan tangible, no hay cómo no animarse, no hay cómo no crecer en el espíritu, no hay cómo no querer compartir esa sensación con el resto de las personas.
El sábado tuvimos la actividad de Máxima Misión… La iglesia de Nazareno de Tibás a la cual yo asisto iba a servir en la comunidad de Palomo, Orosi de Cartago. Pudimos compartir el amor de Cristo con los que quisieron oírnos, y sé que Dios está trabajando en las vidas de estas personas. Pudimos orar por ellos y dejarles un mensaje de Paz y de Bendición. Al final siempre al dar bendición, se recibe bendición, y Dios simplemente me bendijo tanto en esa semana, con todo lo que pude: hacer, decir, ver y vivir.
Uno de los momentos que más me llenó, fue uno de los cultos que se tomó un tiempo para orar unos por otros. Conforme el tiempo iba pasando se podía sentir más la presencia del Señor en ese lugar, es increíble como personas que apenas llevaban unos días de conocerse estaban clamando y rogando unos por otros… Ver ese grupo de jóvenes voluntarios con esos corazones dispuestos y poder orar por ellos, entendiendo que Dios hará grandes cosas con cada uno, simplemente no tengo palabras.
Por eso doy infinitas gracias a mi Dios por su misericordia en mi vida, que aun sin merecerlo el simplemente me sorprende con este tipo de experiencias que quedarán grabadas en mi memoria, y los animo a que sigamos adelante en la obra, tal vez sea duro y difícil pero Dios trae recompensas inimaginables para quienes le sirven.
Escrito por: Emanuel Coto, Iglesia del Nazareno de Tibás Costa Rica, miembro del concilio de la JNI Distrito Central.