Cuando leemos en la Biblia en el libro de Hechos capítulo 8:26-40, la historia de Felipe y el Etíope podrían suceder tres cosas, una que no creamos lo que ese pasaje cuenta, segundo que nuestro corazón lata ardientemente, o tercera y probablemente la más común a menos que tengas que elaborar un sermón o tarea basado en ese pasaje, que mostremos indiferencia. Lo cierto es que después de leer ese pasaje en múltiples ocasiones esta tercera opción llegó a sucederme, sin embargo, ahora nuevamente Dios ha hablado a mi vida.
A nuestra llegada a Génesis en San Pedro Sula, conocimos a una familia muy particular, está conformada por una pareja de ancianitos y 3 hijos con capacidades diferentes y a nuestro arribo, ellos se encontraban en un proceso de discipulado. (He de decir que en mi experiencia como cristiana jamás había tenido la oportunidad de discipular a personas con capacidades diferentes ni a ancianos, así que esta experiencia era nueva para mí). A lo largo de 2 meses estuvimos acudiendo junto con nuestra compañera Helen quien impartía este discipulado con mucha paciencia para que ellos pudieran comprender el mensaje.
Conocimos entonces a Doña Juanita, don Pastor, Yoya y a Giovanni. Además, orábamos por Crescencio, quien imposibilitado para caminar, después de las oraciones y las visitas testificaba de su mejoría. Dios nos fue mostrando durante se tiempo su gracia a través de esta familia al escuchar el testimonio de Doña Juanita que era muy “malcriada” (enojona) y como Dios la había cambiado y escuchar a Don Pastor decir que él trataba de aprender lo que se le enseñaba, era algo que alentaba nuestro corazón cada jueves y nos hacía entender que solo el Espíritu de Dios puede transformar vidas aunque parece imposible.
Al igual que el etíope, ellos necesitaban quien les explicase la palabra de Dios, con paciencia, con amor y en su corazón al igual que en el del etíope existía un deseo de saber más de Jesús. Finalmente cuando el etíope dijo a Felipe “Aquí hay agua, ¿qué impide que sea bautizado?”, nos motivó a invitar a esta familia a realizar ese acto de fe, ellos se sentían limitados al no poder por sus condiciones físicas ir a algún río o playa para ser bautizados, sin embargo, al escuchar que se les podía bautizar en casa por afusión ellos estuvieron gozosos de hacerlo. Y finalmente el día llegó, así que el 9 de agosto fue un día de fiesta para esta familia, y no solo para ellos si no para todos los vecinos, quienes acudieron para presenciar ese acto de fe de toda una familia.
La palabra de Dios dice en Hechos 8:39 que después que el etíope fue bautizado siguió gozoso su camino, así la familia Espinal Bautista sigue feliz aprendiendo de Dios y como desde el inicio, cada jueves están listos y deseosos de abrir las puertas de su hogar para escuchar la palabra de Dios. Un génesis ha llegado a la familia Espinal Bautista y San Pedro Sula y en mi propia vida y no dudo que en la de Merit y Helen… ¿Ya inició el génesis dentro de ti?
Por: Eunice Zaragoza Leal, Misionera voluntaria en el proyecto Regional GENESIS.
Edición: Comunicaciones Mesoamérica