Imaginación en Tiempos Oscuros

Lecciones de una Luciérnaga

Por Rich Pérez

Hablemos de la imaginación. Sé que para algunos es como un invitado desconocido en la mesa de la fe. Muchos espacios religiosos están acostumbrados a preguntas claras y respuestas claras, un camino bien definido junto a Jesús. Pero, ¿qué tal si le dijera que la imaginación es la luciérnaga que ilumina nuestro camino cuando el camino se oscurece?

A menudo olvidamos el poder de la imaginación en nuestro viaje de fe. Tal vez sea porque hemos encontrado la historia de Jesús a través de una lente de absolutos, un mundo pintado en blanco y negro. Pero la verdad es que la vida y nuestra relación con Dios están llenos de tonos de gris.

Ahora, no estoy sugiriendo que la fe necesite un cambio de lo probado y verdadero. Sin embargo, creo que aquellos que luchan por abrazar la imaginación en su fe son a menudo quienes encuentran difícil confiar en el trabajo de Dios fuera de lo que les es familiar. Esperan que Dios encaje en cajas ordenadas, y cuando no lo hace, provoca confusión y duda. Y cuando estamos confundidos y llenos de dudas, a menudo somos personas desagradables para estar cerca.

Recuerde a los discípulos luchando con la parábola del Buen Samaritano. No podían imaginar que Dios usara a un samaritano, alguien fuera de su círculo social, como el epítome de la compasión. Esto revela el peligro del pensamiento rígido en la fe: limita nuestra capacidad de ver el trabajo de Dios desplegarse de maneras inesperadas.

El poder del «Si»

Tome la historia de la mujer que sangraba en Marcos 5. Imagine el tormento físico y social que soportó durante doce largos años. Impura a los ojos de la sociedad, fue marginada, aislada y cargada de dolor.

Ahora, imagine que dice: «Si solo toco su ropa, seré sanada». ¿Note el «si»? No es una expresión de duda sobre el poder de Jesús para sanar, sino una reflexión de su lucha interna. ¿Puede superar la vergüenza, la duda, las probabilidades aparentemente imposibles, para llegar a Jesús?

Esto, amigos, es donde la imaginación se vuelve crucial. Es el puente entre lo imposible y la esperanza que susurra posibilidades. La mujer que sangraba, a pesar de sus dificultades, no dejó que su imaginación se extinguiera. Se atrevió a creer en un milagro, incluso cuando todas las probabilidades parecían estar en su contra.

La hermana Teresa Okure, en su poderoso artículo «La mujer que sangraba», captura bellamente la esencia de esta historia: «La historia de la mujer que sangraba es la historia de una mujer que se negó a sentarse, resignarse al destino y permitirse a sí misma sangrar hasta morir».

Crucialmente, no se trataba de salir adelante por sus propios medios. No se trataba de pura fuerza de voluntad. Se trataba de su fe e imaginación trabajando en tándem, negándose a dejarse aplastar por la decepción o el rechazo social. Se aferraba a la creencia de que los susurros sobre Jesús eran verdaderos, incluso cuando desafiaban la dura realidad que la rodeaba.

Así como una habitación necesita oscuridad para apreciar el calor de una vela encendida, necesitamos imaginación para comprender la profundidad y el misterio de la fe. Nos permite abrazar la maravilla y la curiosidad que encienden la adoración dentro de nosotros. Al adentrarme más en mi propio viaje de fe, me doy cuenta de que adorar verdaderamente a Dios no se trata solo de lo que sé, sino también de la admiración que siento ante lo desconocido, los aspectos misteriosos de Su presencia.

Sí, sabemos que Dios nos ama. La cruz de Jesús es un testimonio de ese amor. Pero en momentos de oscuridad y fracasos personales, la imaginación nos ayuda a navegar los «por qué» y los «cómo» que pueden eludirnos.

Recuerde cómo Jesús, en Juan 16, habló a Sus discípulos sobre Su inminente dolor. Comparó Su dolor con el de una mujer en trabajo de parto. Aunque el dolor es inmenso, la alegría de dar la bienvenida a una nueva vida al mundo lo eclipsa todo.

Un recordatorio pastoral

Pastor, no olvidemos que esta historia, como muchas otras, trasciende las narrativas individuales. Como el historiador cubano Justo González articula bellamente, «Los demonios que Jesús conquista no son solo los de la enfermedad y la muerte, sino también los del aislamiento y la exclusión».

Cuando abrazamos la imaginación en nuestra fe, nos liberamos de las ataduras de perspectivas limitadas, lo que nos permite ver la circunstancia con brutal honestidad, pero también ver más allá de la circunstancia. Vemos que, independientemente de nuestra «impureza» o defectos percibidos, podemos encontrar un lugar dentro del tapiz del amor de Dios.

Manténgase abierto hoy. Dejemos espacio para que nuestros corazones se involucren en la imaginación. Déjala encender nuestra fe ante la oscuridad y llevarnos hacia la alegría que nos espera.

Rich Pérez
Pastores CT, estratega de contenidos
Derechos de autor ©2024 Cristiandad Hoy

Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera