He llegado a mi punto de quiebre como pastor
Pero eso no tiene por qué significar relaciones rotas con los demás.
Por PETER CHIN
Un nuevo estudio de Barna descubrió que el 38% de los pastores han considerado seriamente dejar el ministerio en el último año. Yo soy uno de ese 38%.
Incluso en los mejores tiempos, el ministerio pastoral siempre se ha sentido como un llamado amplio y pesado. Pero los acontecimientos de los últimos años han hecho que sea aplastante. Las elecciónes. Disturbios en torno a la injusticia racial. Una pandemia mundial que se ha cobrado la vida de muchas personas.
Nunca antes había considerado los protocolos de salud en el contexto de la iglesia. Pero hoy en día, ser demasiado estricto con las pautas de salud podría dañar el bienestar de la iglesia, mientras que ser demasiado laxo podría quitarle la vida a un miembro de la congregación. Los pastores como yo tenemos que lidiar con la conversación interminable sobre los servicios en persona versus los servicios en línea, y cómo servir a los feligreses sin dejar atrás a los inmunocomprometidos o discapacitados.
Todo esto ha inyectado un grado paralizante de complejidad y controversia en cada situación que enfrento, cada decisión que tomo. Y para empeorar las cosas, se siente como si todos estuvieran nerviosos, listos para alejarse ante el más mínimo indicio de que la iglesia no se alinea con sus perspectivas políticas o personales.
Normalmente, los pastores pueden depender de sus relaciones personales para navegar por una dinámica tan tensa. Pero el COVID-19 también nos ha quitado eso, obligándonos a depender de las llamadas telefónicas y las pantallas de video, que no sustituyen la presencia física.
Las situaciones son complejas, las consecuencias de peso, las críticas implacables y el camino a seguir poco claro. Todo esto ha llevado a muchos pastores, incluyéndome a mí, al punto de ruptura. Mientras reflexiono sobre dejar el ministerio después de 20 años, he encontrado poco consuelo o consejo del mundo. Algunas personas dicen que debemos abstenernos de tomar decisiones precipitadas durante un momento tan tumultuoso, lo que podría ser un sabio consejo para aquellos que pueden manejar tal desapego emocional.
Otros sugieren exactamente lo contrario, diciendo que debemos llamar la atención sobre nuestra salida del ministerio, usándola como una oportunidad para ventilar públicamente cualquier agravio que hayamos sufrido como una forma de protesta, sin importar qué tipo de consecuencias relacionales podamos dejar atrás.
El consejo que he recibido es muy parecido a la temporada en la que nos encontramos: fragmentado, caótico y poco claro.
Pero he encontrado algo de paz en esta palabra que se encuentra en las Escrituras: Chesed. Chesed es una palabra hebrea que se usa en todo el Antiguo Testamento, como en el Salmo 13:5, que dice: “Pero yo confío en tu amor inagotable (Chesed)”. Chesed no tiene un análogo directo en español, pero con frecuencia se traduce como «bondad amorosa», «amor leal», «fidelidad», «bondad», «misericordia». Así es como Dios ama a su pueblo, con un amor fiel y duradero que trasciende las circunstancias y las estaciones.
Pero intrínseco a la idea de Chesed está la práctica del recuerdo. Después de todo, uno no puede confiar en el amor inagotable de Dios sin pensar en tiempos pasados que el amor de Dios no falló.
Al considerar dejar el ministerio, me he detenido a pensar en el amor fiel de Dios en mi vida. No podría contar la cantidad de veces y situaciones en las que me sentí desesperado y sin esperanza, pero Dios demostró que me vio y cuidó de mí, así como de aquellos a quienes amaba. A través del diagnóstico de cáncer de mi esposa, la primera y la segunda vez. A través del desempleo frecuente. A través de allanamientos, dolores de cabeza y fracasos.
Al recordar todos estos momentos, obtuve un regalo precioso: la perspectiva. Reconocí que a pesar de lo abrumadoramente difícil que ha sido esta temporada, me he encontrado con otras situaciones difíciles antes, y el amor de Dios persistió a través de todas ellas.
Esto no significa necesariamente que no deba alejarme del ministerio, solo que no debo dejar que esta temporada defina toda mi vida. Es decir, puedo o no ser pastor en el futuro, pero una cosa es segura: el amor de Dios perdurará a través de todo.
Los cristianos tienen un profundo cariño por estudiar las palabras de amor que se usan en las Escrituras: ágape, Chesed y otras. Pero nuestra comprensión de estas palabras a menudo es incompleta, ya que se enfoca en cómo Dios nos ama; ágape es una palabra griega que describe el amor incondicional de Dios por nosotros, Chesed es la misericordia de Dios para con nosotros.
Si bien es cierto, Chesed tiene otra aplicación igualmente importante que a menudo pasamos por alto.
Por ejemplo, en el libro de Rut, donde nunca se menciona directamente a Dios, vemos usos frecuentes de la palabra Chesed. Describe el cuidado que Noemí recibe de sus nueras y también la generosidad de Booz. Así describe Booz a Rut cuando ella comparte su afecto con él. Entonces, este amor leal e infalible no es solo algo que recibimos de Dios; Chesed es también cómo somos llamados a amar a los demás.
El primer aspecto de Chesed me otorgó una paz más profunda; el segundo me proporcionó una dirección más clara. Sí, el cuidado amoroso de Dios por mí perdurará sin importar lo que suceda. Pero yo también debo amar a los demás de la misma manera, con un amor leal y duradero.
Esto puede ser dolorosamente difícil de hacer en nuestros puntos de ruptura. Muy a menudo, estos son los momentos en que nuestras relaciones pueden desmoronarse a medida que nos alejamos de los demás, física y emocionalmente. Y de todas las dolorosas consecuencias de tales transiciones, estas relaciones rotas pueden perseguirnos por más tiempo y, a menudo, las lamentamos más. Pero no tiene que ser asi. Nuestros momentos de ruptura no tienen que resultar en relaciones rotas. Podemos elegir Chesed, persistir obstinadamente en amarnos unos a otros de la misma manera que Dios nos ama. Una vez más, esto no dicta necesariamente nuestras elecciones, ya sea que deje el ministerio o no. Esa decisión aún está ante mí.
No importa qué camino me sienta guiado a tomar, sin embargo, me mantendré comprometido con Chesed: amar a los que me rodean y así cumplir el mandato de Jesús de amar a los demás de la misma manera que Dios me ama a mí.
En esta temporada de profunda duda e incertidumbre, esta palabra me ha rescatado. Me ha liberado de estar atrapada y definida por esta única etapa de mi vida mientras traza un camino claro hacia adelante que me permite mantener las manos limpias y un corazón puro.
Me ha rescatado tanto del miedo como de la amargura, recordándome que pase lo que pase, Dios siempre me amará, y que pase lo que pase, siempre debo amar a los demás.
Para ser honesto, no tengo más claro lo que me depara el futuro a mí o a la iglesia. Quizás me aleje del ministerio, ahora o algún día por venir. Pero ahora sé que puedo hacerlo con la esperanza de un futuro que permanece conectado a mi pasado y un corazón que permanece listo para amar.
Peter Chin es pastor en Rainier Avenue Church y autor de Blindsided By God. Él, su esposa y sus cinco hijos viven en el área de Seattle.
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Traducido por Noyma González Morejón