Evidencia del Espíritu Santo Obrando a través de su Liderazgo
Por Dan Reiland
Hay dos grandes peligros en la vida de un líder de iglesia. Liderar desde su propio poder y asumir que todo depende del poder de Dios. Un líder tiende a hacer de más y orar de menos. El otro tiende a pensar demasiado y a hacer poco.
Todos tenemos una inclinación natural hacia un lado u otro. Para algunos el énfasis es leve, para otros es significativo. Cuanto más hacia un extremo, mayor es el peligro.
La gran precaución es que ambos son agotadores y pueden ser muy estresantes.
– Hacer demasiado (por lo general en exceso, superarse)
– Hacer demasiado poco (a menudo con retraso, sin cumplir)
Eugene Peterson, en su libro El Pastor Contemplativo, cita a John Orman, quien bautizó los dos peligros gemelos del ministerio: «El ajetreo y la preocupación», porque el ajetreo disipa la energía y la preocupación la constipa.
– Ajetreo: siempre de un lado para otro, poco tiempo para pensar, elaborar estrategias o mantener conversaciones profundas.
– Preocupación: pensar demasiado, posponer las cosas y dudar en la toma de decisiones.
¿Cuál se parece más a usted? (aunque sea un poco)
De cualquier forma, su alma se estresa e incluso se cansa.
La evidencia de liderar en un cansancio y estrés sostenidos es clara – aquí hay varios ejemplos comunes:
– Abrumado
– Poco planificado
– Indeciso
– Irritable en las relaciones
– Fatigado
– Falta de claridad de pensamiento
Cuando usted dirige fuera del equilibrio, la influencia del Espíritu Santo dentro de usted disminuye porque usted está enfocado en tratar de encontrar su camino en lugar de permitir que el Espíritu Santo dirija el camino.
Es la presencia y el poder del Espíritu Santo lo que nos ayuda a experimentar un equilibrio entre el trabajo que Dios quiere que hagamos y la parte que no podemos hacer por nosotros mismos.
Jesús lo dejó claro: 5 “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada”. Juan 15:5
Palabras fuertes.
Y Jesús también dijo: —¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: —Reciban el Espíritu Santo. Juan 20:21-22
4 Resultados claros del Espíritu Santo en su liderazgo
1) Poder y autoridad que trae cambio de vida
Intelectualmente sabemos que sin el poder de Dios nuestro ministerio no llegará a mucho, al menos no a un nivel eterno. Sin embargo, bajo la presión de hacer que algo suceda, o el apretón de un calendario, a menudo corremos en nuestro propio poder pensando que la experiencia nos cubrirá.
¿Qué tal le funciona a usted? A mí no. Dios le ha dado dones, talento e influencia, pero sólo Él tiene el poder de cambiar una vida con la eternidad en mente.
Hay un reino de autoridad espiritual que reside en el Cielo, tenemos acceso a esta autoridad a través del don del Espíritu Santo. No es nuestra autoridad, pero estamos facultados para usarla en alineación con el propósito de Dios. Este poder, esta autoridad, en el nombre de Jesús tiene como resultado vidas cambiadas mucho más allá de nuestra capacidad.
Sabemos lo que es tener resultados que son claramente inferiores a nuestros esfuerzos. El Espíritu Santo trae lo opuesto, resultados mucho más allá de nuestra habilidad y esfuerzos. Es absolutamente sobrenatural.
2) Aliento y paz para tranquilizar su alma
La ansiedad y la angustia son comunes hoy en día y los líderes no están exentos. La paz puede eludirnos. Nuestras almas buscan una fuerza firme que calme la inquietud interior.
Creo que esto se debe en gran parte a las evidentes incertidumbres, divisiones y problemas que nos rodean. Cuando esto se combina con los miedos e inseguridades normales, nos quedamos en un estado de ansiedad. Una ansiedad leve, pero real.
Es posible que usted esté leyendo esto deprisa, quizá sólo escaneando. Lo comprendo perfectamente. Pero tómese treinta segundos para ir más despacio y asimilar las tres frases siguientes.
El Espíritu Santo es su abogado, consolador, ayudante, consejero y Aquel que le fortalece. Esto es de gran aliento a nivel del alma, disminuyendo el estrés y la ansiedad. Esto es suyo por pedirlo, recíbalo.
Para comunicar consistentemente que la Iglesia es la esperanza del mundo con Jesús en su centro, debemos recibir el aliento del Espíritu Santo para mantener nuestras esperanzas iguales a la verdad del Evangelio.
3) Audacia y valor para decir la verdad y dirigir con celo
¿Tiene usted una personalidad grande y audaz? Sinceramente, la mayoría de los líderes no la tienen, pero eso no es un déficit cuando entendemos y abrazamos la audacia y el coraje que nos da el Espíritu Santo.
En Hechos 4, Pedro y Juan estaban enseñando a la gente, proclamando en nombre de Jesús la resurrección de los muertos. Esto molestó a los líderes religiosos y los metieron en la cárcel. Al día siguiente, el sumo sacerdote Anás y Caifás, Juan, Alejandro y otros de la familia del sumo sacerdote los interrogaron preguntándoles: «¿Con qué poder o en qué nombre habéis hecho esto?». Entonces Pedro habla con una audacia increíble. (Hechos 4:8-12) La valentía de Pedro y Juan los dejó boquiabiertos.
Los líderes religiosos les amenazaron de nuevo y les ordenaron que no hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús… pero ellos no se echaron atrás.
Esta historia me desafía. ¿Y a usted? ¿Dónde se necesita más audacia en su liderazgo?
(Nota: Y muchos de los que oyeron el mensaje creyeron y se salvaron, y otros fueron sanados).
4) Sabiduría y guía para comprender, tomar decisiones y encontrar soluciones
¿Cuántas veces se enfrenta a un problema sin una buena solución? La buena noticia es que el Espíritu Santo enseña, recuerda, trae guía, corrección, discernimiento y dirección. En pocas palabras, Él da sabiduría.
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, explicando lo espiritual en términos espirituales. I Corintios 2:12-13
La sabiduría de Dios está a nuestra disposición, si la pedimos. Santiago 1:5
¿Cuántas veces ha estado en una reunión de planificación estratégica, o escribiendo un mensaje, o en una sesión de entrenamiento y le viene a la mente una sabiduría que sabe que no proviene de usted? Así es. Cuando usted lo pide, el Espíritu lo impulsa.
Dios nos ha dado una mente para que pensemos, pero el Espíritu Santo nos proporciona perspicacia, sabiduría y soluciones que superan con creces nuestra capacidad humana.
Copyright © 2023 Dan Reiland
Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera