Del 01 al 03 de mayo de 2015, el Distrito Norte de República Dominicana llevó a cabo su primera Máxima Misión en el pueblo de los Cocos de Jacagua. La participación total fue de 19 personas, incluyendo el distrito y la iglesia local de ese lugar. Entre las actividades que se llevaron a cabo estuvieron el trabajo con los niños, evangelismo, consulta médica oftalmológica para adultos mayores, limpieza de una zanja y la presentación de la Película Jesús. Esta actividad representa el inicio de las misiones desde una perspectiva local, pues aunque este distrito ya ha realizado otras actividades de evangelismo y compasión, nunca se había hecho de manera “auto-sostenible” y además, durante tres días seguidos con los dones y talentos de los mismos jóvenes. Hubo una respuesta de 18 adultos que aceptaron a Jesús en su corazón y además, 60 niños quienes también lo hicieron y un total de más de 40 hogares donde se predicó la palabra de Dios. La Iglesia del Nazareno en los Cocos está comprometida ahora a darles seguimiento y así seguir testificando de la obra de Dios.
Angely de Jesús, es un joven de 23 años que es sonidista en su iglesia local en la ciudad de Santiago de este distrito y él nos cuenta un poco de su experiencia y lo que significó asistir a esta actividad:
“Para mí fue un reto de ser como el carpintero de Jerusalén, de trastornar el mundo del modo en que Jesús lo hizo; ser amigo, no de mi hermano, no del pastor o el líder tal, sino del desconocido, del no creyente, tenderle la manos, ya no con palabras sino con hechos, demostrarles que Dios de verdad los ama… También, la oportunidad de ser una respuesta a un clamor de ayuda, aprender que darse y servir por el prójimo es la forma superior de vivir… Esto fue lo que Cristo nos vino a enseñar: entregarse, dejarnos ser instrumentos en sus manos, para sanar al mundo, ayudarlo a construir vidas, aprender que el evangelio no es solo palabras, es acciones, un verbo que se mueve transformando todo lo que toca.
En mi recuerdo especialmente quedaran los niños del juego de béisbol, por su forma de entender las cosas. Para ellos nosotros éramos los extranjeros venidos de otro mundo y lo necesario o urgente no era limpiar aquí o ayudarlos, sino que viéramos el mundo que era suyo, y lo enseñaban orgullosos, como quien te enseña un pedazo del paraíso, sus casas, el camino al mejor río de todos, la escuela, los lugares donde se han caído o jugado, su “estadio de béisbol” (el cual un hombre previamente me avisó no era más que un llano, en lo más alto de la loma) si me preguntan a mí: sí era un estadio, uno donde se sueña, se cree y se le gana a la vida todos los juegos. Verlos siendo felices en condiciones que algunos llamarían pobres, me hizo entender que los verdaderamente pobres son otros, ellos son los dichosos, los ricos propietarios de los sueños y el futuro.
Al final y con mi cuerpo agotado pero el espíritu avivado, con las maletas hechas para la próxima vez, termino yo dándoles gracias a ellos por permitirme ayudar, dejarme ser parte de su vida por un rato, dejar que alabe al Señor de una forma diferente. ¡¡GRACIAS!!”.
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