“Como una ciudad cuya muralla ha sido derribada, es el hombre cuyo espíritu no tiene freno”. Proverbios 25:28 RVA 2015
Vivimos en una sociedad compleja y difícil, donde sólo los más aptos podrán tener éxito y mejores oportunidades. Querido padre y madre, como le recomendamos en la primera parte de este artículo, enséñele y ayúdale a sus hijos a ser aptos. Sabemos que esto no es fácil, pero le enseñaremos cómo es que se estructura la personalidad de ellos con el fin de facilitar este trabajo.
Los hijos e hijas van construyendo su personalidad basados en dos cosas, la primera, y creo la más importante, es lo que usted les dice que deben ser y hacer.
Muchos padres constantemente le dicen a sus hijos “sean sinceros”, sin embargo ellos mienten, les dicen, “sean valientes”, pero ellos demuestran miedo constantemente. Les dicen “tengan fe”, pero ellos no muestran tenerla. Alguien dijo: “Las palabras de los padres irán con sus hijos”. Por esto, usted debe cuidar siempre lo que habla y les dice. Los hijos deben escuchar que usted es positivo, que tiene y vive con fe y esperanza, y que es optimista aún ante las dificultades de la vida.
Muchos padres dicen una cosa pero hacen otra, sus acciones no son coherentes con lo que enseñan, esto provoca que los hijos no confíen en ellos, pues no respaldan sus palabras con sus hechos. Esto provoca también en los hijos una personalidad temerosa, insegura y débil.
También, algunos padres están constantemente quejándose de todo, o hablando con enojo y frustración, o hablando de sus miedos, enfermedades y luchas sin esperanza ¡Qué triste vivir con padres cuyos mensajes son de este tipo!
La segunda cosa sobre la cuál los hijos e hijas basan la construcción de su personalidad es en el ejemplo de sus padres, ellos son su modelo de conducta. Copian su manera de hablar, de comportarse, de pensar, y de cómo enfrentar la vida. Esto lo más importante, pues adquieren un modelo de fe, de creencias y la manera de cómo relacionarse con Dios, además de las prácticas de la vida cristiana.
Si los padres son espirituales o sólo religiosos, o si viven la vida cristiana nada más como una costumbre, sin la vivencia profunda de fe en Cristo, esto será un modelo para los hijos y tendrán la tendencia a repetirlo cuando sean adultos.
A estos dos elementos se unen otras experiencias vividas, tanto buenas como malas, como el ser rechazados por los padres o la sociedad. Con todo lo anterior nuestros hijos construyen su personalidad con la cual enfrentarán el mundo. Esta es como un “vestido” que ellos se ponen para enfrentar la vida, y esta a veces se convierte en su carcelero, lo cuál cambiará sólo si le enseñamos a nuestros hijos que Dios, mediante el sacrificio de Cristo en la cruz, puede despojarlos de ese y ponerles uno nuevo, eso cambiará la forma en que enfrentarán la vida.
Padres, ustedes son constructores de la personalidad de sus hijos. Los motivamos a buscar la ayuda de Dios para construirla bien.
Que Dios les ayude en todo lo que emprendan hoy.
Doctor Miguel e Irene Garita.
Ministerio Cuidado Familiar
Iglesia del Nazareno, Región Mesoamérica