La Iglesia del Nazareno de Arima celebró en septiembre pasado, el lanzamiento oficial del Centro de Desarrollo Infantil “Centro de Esperanza”, un espacio creado principalmente para facilitar la integración de los niños de comunidades migrantes hispanohablantes a las escuelas primarias de Trinidad y Tobago. Con 16 niños actualmente en el programa, este evento marca un hito en la labor de la iglesia local al abordar una de las necesidades más urgentes de estas comunidades.
Las crisis políticas y económicas en algunos países han provocado un aumento significativo de la migración hacia Trinidad y Tobago. Los niños migrantes enfrentan numerosos desafíos, incluyendo barreras idiomáticas, falta de documentación y oportunidades educativas limitadas. Aunque el gobierno de Trinidad y Tobago permite el acceso a las escuelas públicas a menores de 18 años, muchos niños no logran beneficiarse debido a problemas documentales, lo que los deja en situación de vulnerabilidad.
Desde 2019, cuando la iglesia Arima incluyó servicios de adoración en español, soñaban con atender esta necesidad. Antes de la pandemia, la iglesia ya había cedido sus instalaciones a una agencia local para establecer un espacio dedicado a niños. Hoy, este sueño se ha convertido en realidad gracias al trabajo de los misioneros Timothy y María Nelly Bertrand, asignados al Distrito de Trinidad y Tobago, y a la coordinadora local del programa, Jennifer Leach.
El Centro de Desarrollo Infantil adopta un enfoque integral para abordar las necesidades de los niños en su totalidad. Además de ofrecer una educación de calidad, el programa incluye actividades centradas en el desarrollo espiritual, la educación cristiana y el aprendizaje cocurricular en arte, música, educación física, valores y formación del carácter.
Un día típico en el Centro incluye:
- Culto matutino.
- Clases centradas en Inglés, Estudios Sociales, Ciencias y Matemáticas.
- Descansos con fruta y agua.
- Una comida completa al mediodía.
El equipo del Centro está compuesto por tutores y asistentes voluntarios, incluyendo maestros jubilados con experiencia en el sistema escolar local. Los voluntarios también apoyan con la preparación de comidas y actividades cocurriculares.
La respuesta de la comunidad ha sido muy positiva. Muchos de los niños, con edades entre 5 y 12 años, nunca habían experimentado un entorno académico formal.
En la primera reunión de padres, celebrada dos semanas después del inicio de clases, los asistentes expresaron su gratitud y entusiasmo. Varios compartieron cómo sus hijos habían comenzado a cantar canciones en inglés en casa, demostrando los avances logrados en tan poco tiempo.
El Centro de Esperanza no solo busca proporcionar educación formal, sino también crear un entorno enriquecedor y de apoyo donde los niños puedan alcanzar su máximo potencial. La colaboración activa con los padres es fundamental para lograr este objetivo y garantizar que cada niño reciba el respaldo necesario en todas las áreas de su desarrollo.
Fuente: Alvilene Williams directora del CDI de Arima y Marlen Soria, Coordinadora Regional de Ministerios Entre los Niños y MesoKids.