¿El secreto de la pasión pastoral? Mejorar en su trabajo.
SETH GHEEN
“He perdido mi pasión por el ministerio”. Muchos pastores han oído esta ominosa afirmación pronunciada por un colega o tal vez incluso la hayan dicho ellos mismos. La afirmación siempre se toma en serio. ¿Por qué? Porque en el ministerio, la pasión se considera un ingrediente esencial. Un pastor sin pasión es deprimente (y a menudo deprimido). Así que, aquí está la pregunta: ¿Cómo puede un pastor encontrar y mantener la pasión por el ministerio?
«Pasión» es una palabra resbaladiza. La verdadera pasión no es una explosión de adrenalina. Tampoco es el entusiasmo desenfrenado que inicialmente nos permite volcarnos en una idea de negocio realmente buena o en el tema de un libro. Si eso es pasión, todos acabaremos perdiéndola. Los subidones emocionales desaparecen. El entusiasmo se disipa, sobre todo cuando empezamos a darnos cuenta de cuánto trabajo requerirá ese negocio o ese libro.
Lo que buscamos es una pasión sostenible. La pasión sostenible es ese celo a largo plazo que nos recuerda mes tras mes, año tras año, que a pesar de los aspectos a veces desagradables de nuestra ocupación, amamos nuestro trabajo y no queremos hacer otra cosa.
Los intentos de mantener la pasión por el ministerio a menudo se basan en la suposición de que el problema es espiritual: el pastor debe aumentar su tiempo personal en las Escrituras y revitalizar su vida de oración. Si el enfoque espiritual falla, la siguiente posibilidad que se suele considerar es el agotamiento.
Ciertamente, una relación deslucida con Dios apunta a problemas espirituales. Sin embargo, no todos los pastores se encuentran en esta situación. Muchos pastores que conozco dedican tiempo y esfuerzo a su caminar con Dios, pero con el tiempo ven que su pasión por el ministerio disminuye. Asumen que el problema es espiritual, cuando en realidad su entusiasmo menguante puede tener menos que ver con el estancamiento espiritual y más con la forma en que abordan su trabajo.
¿Y el agotamiento? De nuevo, esto es posible. Hay pastores -especialmente pastores en solitario- que están terriblemente sobrecargados de trabajo. Pero no me creo fácilmente la excusa del agotamiento. Un pastor agotado puede estar pasando muchísimas horas en la oficina; sin embargo, un poco de seguimiento del tiempo revelará cuántas de esas horas «de trabajo» se pierden en navegar por Internet, redes sociales, podcasts, YouTube, o revisando obsesivamente los mensajes de texto y el correo electrónico. El agotamiento se alivia a menudo utilizando el tiempo disponible para hacer el trabajo que importa. De hecho, en esta idea de concentrar la energía en el trabajo que importa, encontramos la solución al problema de la pasión.
En su libro Tan bueno que no pueden ignorarte: Por qué las habilidades triunfan sobre la pasión en la búsqueda del trabajo que amas, el profesor de informática de la Universidad de Georgetown Cal Newport describe su propia trayectoria profesional y su búsqueda para responder a esta pregunta: «¿Cómo acaba la gente amando lo que hace?».
La respuesta que Newport descubrió es sorprendentemente sencilla y aplicable a cualquier campo: Encuentre un trabajo que la gente valore y hágalo realmente bien. Si lo hace, en su trabajo disfrutará de la libertad, la creatividad y el impacto que se concede a las personas que poseen un conjunto de habilidades muy demandadas. De ello se deduce que cualquiera que encuentre libertad, creatividad e impacto en su trabajo amará lo que hace (pasión sostenible). O, como dice Scott Galloway, Su trabajo consiste en encontrar algo en lo que usted sea bueno y, después de diez mil horas de práctica, hacerlo genial. Las recompensas emocionales y económicas que conlleva ser genial en algo harán que usted se apasione por lo que sea.
Newport y Galloway destacan una pieza del rompecabezas de la pasión que a menudo se pasa por alto. En pocas palabras, amar el trabajo de uno tiene menos que ver con encontrar el trabajo perfecto y más con ser realmente bueno en el trabajo de uno.
Proverbios 22:29 dice algo parecido: «¿Has visto a alguien diestro en su trabajo? Se codeará con reyes». Proverbios no lo dice directamente, pero creo que es seguro suponer que una persona con ese nivel de habilidad y oportunidad disfruta plenamente de su trabajo.
Ahora bien, como pastores, tenemos una ventaja. Ya tenemos una vocación que añade un inmenso valor a la vida de las personas. Ahora debemos preguntarnos: ¿Cómo podemos no sólo «hacer ministerio», sino ser buenos en el ministerio, y así obtener el tipo de pasión sostenible a largo plazo descrita por Newport y Galloway? La respuesta requiere que dejemos de preocuparnos por la pasión durante un tiempo y en su lugar adoptemos lo que Newport llama la mentalidad del artesano. La mentalidad artesana significa que elegimos abordar nuestro trabajo como un aspirante a maestro artesano, independientemente de cómo nos sintamos con respecto a nuestro trabajo en un día concreto.
Si alguna vez ha remodelado su casa, sabrá que no todos los contratistas son iguales. Algunos sólo trabajan en la construcción. Hacen un trabajo lo suficientemente bueno como para que les paguen. Pero otros le hacen mirar ese trabajo impecable de azulejos en la ducha y maravillarse de su belleza. Estos contratistas son artesanos. Todo el mundo quiere contratar a un artesano. De la misma manera, no todos los pastores son igualmente buenos en su trabajo. Algunos pastores predican poderosamente. A otros les vendría bien otra clase de predicación. Algunos pastores establecen la visión y la misión de la organización y ejecutan ambas con éxito. Otros pastores apenas ven más allá del próximo domingo. Algunos pastores son excelentes líderes. Otros no tienen en su vocabulario términos como «delegar» y «sincronizar».
Nadie es bueno en todo. Pero, como pastores, ¿estamos abordando nuestro trabajo como aspirantes a maestros artesanos? ¿Estamos continuamente haciendo el trabajo duro necesario para mejorar y refinar nuestras habilidades ministeriales? ¿O estamos permitiendo que nuestro nivel de habilidad se estanque porque no sentimos la pasión suficiente para mejorar? Como dice Cal Newport, la artesanía precede a la pasión: «Primero adoptas la mentalidad del artesano y luego le sigue la pasión».
Algunos discreparían y argumentarían que la pasión siempre va primero. En otras palabras, una pasión preexistente por el ministerio es lo que impulsa al pastor a mejorar en el ministerio. Sin embargo, esta idea tiene poco apoyo. Las Escrituras son claras en que la pasión no es requerida para entrar al ministerio. Es importante recordar que somos llamados. Por ejemplo, consideremos a Moisés. Dios se le apareció a Moisés en la zarza ardiente y le dijo que sacara a Israel de Egipto. ¿Podría alguien pedir una llamada más clara que esa? ¿Y cómo respondió Moisés? «—Señor —insistió Moisés—, te ruego que envíes a alguna otra persona.» (Ex. 4:13). Sin embargo, Moisés obedeció, no porque sintiera pasión por guiar a Israel, sino porque Dios le dijo que lo hiciera. Fíjese en el llamamiento de Gedeón (Jueces 6) y Jonás (Jonás 1). Gedeón cuestionó la llamada de Dios y necesitó señales. Jonás se subió a un barco y huyó. Ninguno de los dos tenía una gota de pasión. Pero eso no importaba. Lo que importaba era su obediencia a la llamada de Dios.
Siendo realistas, aunque no se requiere una pasión preexistente para el ministerio, como pastores queremos amar lo que hacemos. Ahí es donde entra la mentalidad del artesano. Sin embargo, intentar convertirse en un maestro artesano del ministerio requiere responder a la pregunta logística y práctica: ¿cómo podemos mejorar en nuestro trabajo? Porque para los pastores, la mejora no siempre es cuantificable. No es como si fuéramos atletas y pudiéramos mirar nuestras estadísticas. No obstante, debemos esforzarnos por mejorar nuestro oficio.
He aquí tres pasos para perfeccionar sus habilidades ministeriales.
Haga una lista.
La artesanía ministerial comienza por identificar sus responsabilidades ministeriales más importantes. No haga una lista aleatoria de las áreas del ministerio en las que le gustaría mejorar o sólo haga una lista de las cosas que le apasionan. En esta etapa del juego, la pasión o la falta de ella es irrelevante. (Recuerda, primero viene el artesano y luego la pasión). Por ejemplo, una de mis principales responsabilidades es ser el segundo miembro de un equipo de predicación formado por dos personas. Predicar es sin duda la parte más visible de mi trabajo. La predicación es también el momento en el que puedo proyectar públicamente una visión para el discipulado, los grupos pequeños y el desarrollo del liderazgo (mis otras áreas de responsabilidad). Por lo tanto, la predicación está en la parte superior de mi lista. Su lista puede ser diferente a la mía, dependiendo de su rol ministerial.
Buscar el desarrollo profesional.
Este paso no tiene nada de complicado: examine los puntos de su lista y anote las formas concretas en que mejorará en cada uno de ellos. Pero cíñase a los puntos de la lista. Un líder de alabanza, por ejemplo, probablemente no debería gastar energía en mejorar sus habilidades de consejería si la consejería no es una de sus principales responsabilidades. En cambio, el líder de alabanza debe dedicar energía a mejorar el canto, los arreglos musicales o lo que sea necesario para convertirse en un líder de alabanza sobresaliente. En mi ministerio, decidí perfeccionar las habilidades de mi lista inscribiéndome en un programa de Doctorado en Ministerio. La formación de DM me ayudará a mejorar mi predicación, en primer lugar, así como otros puntos de mi lista, como el desarrollo del liderazgo.
Priorice el trabajo que importa.
Como decía siempre mi padre: «Nunca tienes tiempo para lo importante. Tienes que hacerlo». Hombre, papá tenía razón. Como esposo, padre de tres hijos y pastor a tiempo completo, siento que nunca hay tiempo suficiente. Así que tengo que hacer sitio para lo que importa.
Hacer tiempo para lo que importa es sencillo. En primer lugar, dedique un par de semanas a hacer un seguimiento de cómo emplea cada hora de su jornada laboral. En segundo lugar, libérese de toda la basura improductiva que se come esas horas. Tercero, dedique el tiempo libre que acaba de descubrir a las cosas de su lista.
Antes de que empiece a acusarme de ser demasiado simplista, inténtelo. Controle su tiempo y se sorprenderá de la cantidad de tiempo que se pierde en tareas no esenciales. La preparación del sermón es esencial. Leer Twitter, consultar las noticias, mirar el teléfono por enésima vez, escuchar otro podcast o navegar por Internet no lo es. En su lugar, elija abordar su trabajo como un aspirante a maestro artesano y dedique tiempo a convertirse en un ministro excepcionalmente hábil. Con el tiempo, la pasión sostenible le seguirá.
Seth Gheen es pastor de discipulado en Community Bible Church en Omaha, NE. Puedes seguirlo en clergycraftsman.com.
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Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera