Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
Cada día la sociedad está cambiando en su forma de vivir, de actuar, y pensar, aparecen nuevas tecnologías y vuelven obsoletas a las existentes. Estos cambios afectan la familia de manera directa e indirecta, por ejemplo uno de los grandes cambios que han modificado las relaciones de pareja, con los hijos, son las nuevas actitudes sobre el matrimonio, muchas parejas no quieren luchar por mantener su relación matrimonial, sino que tomando el antivalor: “si no me sirve, lo cambio”, han convertido el divorcio en una opción cada vez más fácil de tomar, en vez de luchar por la relación. Esto ha aumentado la tasa de divorcios, de tal forma que de cada 3 matrimonios, en algunos países 2, terminan en divorcio, aumentando el número de hogares rotos, niños con padres ausentes, o que dan la “ración de papa o mamá”, cada semana, cambiando la estructura familiar, a familias con un solo padre o madre, familias compuestas por esposos/as de segundas nupcias, hijos que “son los tuyos”, “son los míos”, o “son los de ambos”, familias compuestas por hijos abandonados, que sobreviven en medios de grandes dificultades. Todo por un cambio psicosocial que cada vez es más popular que dice que el matrimonio no es para toda la vida, que lo puedo romper sí quiero, y esto contradice la escritura.
Además se vislumbran nuevas corrientes de pensamiento sobre la conformación de las futuras familias, en donde la imagen que ahora tenemos ya va a ser obsoleta, con esto rompemos el orden de Dios para la familia. A mi parecer, la familia se ha ido adaptando a un mundo moderno, cada vez más secularizado y lejos de Dios, donde muchas de las ideas modernas están en contra de la Biblia, provocando muchas familias disfuncionales, enfermas, donde el maltrato, las luchas internas y egoísmos, hacen presa fácil de la dinámica familiar diaria, trayendo dolor y sufrimiento a sus miembros.
Al parecer en este alejamiento Dios les ha dejado a su realidad. ¿Como podemos enfrentar esto? Debemos decidir cómo vivir, si bien o mal. Para vivir bien, es necesario volver a Cristo, llevarlo a nuestra familia para que Él sea el centro del hogar, aplicar lo que dice Josué en el pasaje citado, no apartar de nosotros su palabra, y aplicarla a nuestro hogar para poder recibir la promesa de Dios para la familia. DIOS NO A DEJADO LA FAMILIA, EL SIEMPRE TIENE CUIDADO DE ELLA Y LA CUIDARA SIEMPRE.
El cuidará de nuestra familia y descendencia. Que Dios te ayude en todo lo que emprendas hoy.
Dr. Miguel e Irene Garita
Ministerio Cuidado Familiar