Por Dan Reiland
La Iglesia es una poderosa fuerza para el bien y la esperanza del mundo. Siempre ha sido así. Sí, la Iglesia tiene defectos, pero no ha fallado ni puede fallar.
La Iglesia es imperfecta porque las personas son imperfectas, pero el cuerpo vivo y palpitante de creyentes centrados en el Evangelio de Jesucristo, en última instancia, no puede fallar porque Dios no puede fallar.
Yo te digo que tú eres Pedro. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán contra ella. Mateo 16:18
Note dos cosas:
– Jesús edificará Su Iglesia
– Las puertas del infierno no vencerán a la Iglesia
Cuando miro con honestidad a la Iglesia del Nuevo Testamento, veo la realidad de un milagroso cambio de vida y la transformación de la comunidad. Sin embargo, al mismo tiempo, también conozco la realidad de los problemas cotidianos.
Lo mismo ocurre hoy.
Esto no es en modo alguno una excusa para el pecado o un liderazgo falso.
Es un recordatorio de quiénes somos y quiénes debemos ser: La Iglesia. La Comunidad literal de Dios y la esperanza de la redención.
La Iglesia es el instrumento ordenado de redención diseñado por Dios y realizado en Su Hijo Jesús.
- Estamos llamados a amar y adorar a Dios. (Mt 22:37-39)
- Estamos encargados de alcanzar a otros para la redención en Cristo. (Mt 28:19-20)
- Se nos desafía a tratar a los demás como nos trataríamos a nosotros mismos. (Mt 7:12)
Entonces, ¿dónde se rompe este hermoso plan?
Algo sucede.
Algo cambia.
Hay muchos factores, pero cuando consideramos la responsabilidad, debemos empezar al menos por el liderazgo. Los problemas que los líderes deben resolver son interminables, las exigencias son implacables y, a veces, la línea entre lo correcto y lo incorrecto se vuelve borrosa.
Escribo este post partiendo de la suposición de que los líderes de las iglesias comienzan con una intención redentora. Nunca he conocido a un líder que empezara en el ministerio con la intención de herir a nadie o dañar la reputación de una iglesia.
Además, la abrumadora mayoría de los que dirigen en una iglesia local están trabajando duro y sirviendo bien. Pero eso no evita las situaciones descorazonadoras que nos encontramos.
La clave está en detectarlas pronto, cuando aún hay tiempo de corregir el rumbo.
Estos cinco puntos deberían ayudarnos a lograrlo.
Cuando somos conscientes de lo que nos hace tropezar y finalmente caer, podemos ser vigilantes, responsables y tomar mejores decisiones.
5 razones por las que los líderes tropiezan y caen
1) Cuando las presiones del crecimiento desplazan las promesas de Dios.
Hay dos tipos de presiones relacionadas con el crecimiento de una iglesia. La presión interna que siente un líder para ser un catalizador del crecimiento y la presión externa que surge al responder a ese crecimiento.
Cuando se permite que estas presiones implacables desplacen las promesas de Dios, eventualmente vendrán los problemas. Las promesas de Dios incluyen: Él siempre está con nosotros, sólo Él tiene el poder de cambiar vidas, y Él edificará Su Iglesia. Cuando tratamos de dirigir la iglesia con nuestras propias fuerzas, corriendo delante de Dios (porque pensamos que Él no está haciendo las cosas lo suficientemente rápido) o quedándonos atrás de Dios (debido a la duda), abandonamos el poder de Sus promesas.
La presión siempre estará con nosotros, así que debemos apoyarnos en las bondadosas promesas, el poder y la presencia de Dios.
Primero debemos ser humildes seguidores y permitir que Dios nos guíe.
2) Cuando las tentaciones humanas son más fuertes que los hábitos saludables.
No podemos escapar a las realidades de nuestra humanidad, pero nunca deben convertirse en una excusa (o permiso) para ceder a la tentación.
¿Cuál es su gran tentación? ¿Cuál es su criptonita de liderazgo? Es importante que usted lo sepa para que pueda resistir.
Sin embargo, decir no a nuestras grandes tentaciones rara vez funciona por sí solo; también necesitamos reemplazarlas (desplazarlas) con hábitos saludables.
¿Cuáles son los tres hábitos saludables que le protegen contra sus mayores tentaciones?
En general, los hábitos saludables incluyen prácticas como la oración diaria, la responsabilidad genuina dentro de una comunidad auténtica y el margen para cosas como el periodo sabático, el descanso y el entretenimiento.
Pero también podemos emplear buenos hábitos específicos para superar tentaciones concretas. Por ejemplo, la práctica de la gratitud diaria ayuda a superar la tentación de la comparación, la envidia, los títulos y el centrarse en lo que usted no tiene.
3) Cuando la pérdida de la auténtica comunidad desvía la perspectiva y otorga permiso.
Un riesgo ocupacional duradero para los líderes de la iglesia es ayudar a que los demás participen en la comunidad, como un grupo pequeño, y fallar en obtener la misma experiencia para sí mismos.
El aislamiento es un gran peligro para cualquier pastor, miembro del personal o líder de la iglesia. Lo aterrador es que usted puede estar entre la gente, pero no estar realmente con ellos. Así que debemos abrirnos y ser transparentes.
Nuestra perspectiva del ministerio, de la iglesia, de la cultura y de la vida en general, se distorsiona cuando no se nos cuestiona y nos limitamos a nuestros propios pensamientos. Aislados y por nuestra cuenta, es fácil que nuestros pensamientos se empequeñezcan (falta de esperanza), caigan en espiral (sintiéndonos desanimados o derrotados) y pierdan conexión con la verdad y la sabiduría. La comunidad es vital. Entonces resulta fácil racionalizar y justificar (permiso), lo cual es una invitación a tropezar y caer.
¿Puede nombrar a aquellos en su comunidad cercana donde no tiene secretos, y ellos amorosa pero firmemente le hacen responsable? (Sin esto estamos en peligro).
4) Cuando una temporada de sequía espiritual se prolonga hasta una progresión de «no lo vi venir» por un callejón sin salida.
Una temporada espiritualmente seca es común y esperada. El problema comienza si usted se queda atascado allí – pero hay una salida.
La secuencia completa se ve así.
- Sequedad espiritual – una corta temporada donde no parece estar escuchando de Dios.
- Se aleja de Dios – no se siente tan cerca o en la intimidad con Dios como antes.
- El desánimo se instala – la sequedad y el alejamiento causan desánimo, y se pregunta ¿qué está mal?
- Distancia de Dios – zona de peligro aquí; está viviendo y dirigiendo aparte de Dios.
- Desobediencia – El callejón sin salida del camino es cuando le dice no, a Dios.
Atrápelo pronto.
He aquí la salida:
En primer lugar, no se castigue ni se rinda por sentirse espiritualmente seco. Siga adelante.
Segundo, introduzca algo nuevo, positivo y saludable en su rutina. Por ejemplo, realice un cambio en su vida devocional que pueda crear algo nuevo, fresco y vivificante.
Tercero, hable con alguien, un amigo de confianza o un consejero espiritual. No intente atravesar una temporada de sequía espiritual solo durante más de unas semanas.
5) Cuando la pasión por la misión se convierte en ambición malsana.
El hambre de más es una pendiente resbaladiza.
Comienza bien; para llegar a más personas, ver más bautismos, ayudar a más personas a liberarse de la adicción, etc. Pero puede convertirse en un hambre de más autoridad, mayor posición y más reconocimiento.
No se apresure a juzgar a nadie; nos puede pasar a cualquiera de nosotros.
El don de liderazgo y el impulso es algo bueno y necesario, siempre y cuando no se desenfrenen y se desvinculen del llamado bíblico y la responsabilidad. La señal de advertencia es cuando «nunca es suficiente».
No importa lo que usted tenga, lo grande que sea la iglesia o el alcance de su influencia, simplemente no es suficiente». Si lucha con eso, le insto a que hable pronto con un asesor de confianza.
Para todos nosotros, una gran práctica que nos ayuda a mantener los pies en la tierra es: Reflexionar sobre el precio pagado por su salvación, recordar su llamado, y recordar sus humildes comienzos y la bendición de la gracia de Dios que nos permite hacer lo que hacemos.
2022 Dan Reiland | El Entrenador del Pastor – Desarrollando Líderes de la Iglesia.
Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera.