Por Dan Reiland

La trayectoria natural de la iglesia es la de adentrarse en sí misma, pero su diseño y destino es moverse hacia el exterior.

Una iglesia enfocada en su interior no es una mala iglesia, es simplemente una iglesia que se ha consumido cuidando de los suyos, resolviendo los problemas de la iglesia, e invirtiendo su energía en mantener los programas bien y funcionando.

Una iglesia enfocada hacia el exterior también se preocupa por la congregación, trabaja duro para mantener los ministerios significativos, pero dirige una cantidad sustancial de pensamiento, energía y recursos a los que están fuera de la iglesia.

En los últimos años, hemos experimentado un elevado nivel de influencias que empujan a las iglesias hacia dentro. Para algunos, era un sentido de lo que se requería, para otros se percibía como un medio de supervivencia. Para todos nosotros, no era lo esperado.

Retirarse es una respuesta natural a los golpes que a veces nos da la vida. Como un boxeador en un ring, cuando el adversario avanza y los golpes son lo bastante fuertes, no puedes evitar retirarte. El problema de esa retirada es que una vez que estás en una esquina, es fácil quedarse atrapado allí. Entonces tienes problemas.

Para el líder, como para un boxeador, se necesita intencionalidad, fuerza de voluntad y fortaleza para salir de la esquina, alejarse de las cuerdas y volver a la pelea.

Cuando una iglesia se ha desviado hacia el interior es más difícil verlo de lo que usted podría esperar, y se necesita un líder con un equipo fuerte para conducir a la iglesia hacia el exterior de nuevo.

Las siguientes son algunas razones comunes por las que una iglesia puede desviarse hacia adentro:

Preocupación por la seguridad
La seguridad es importante para todos, pero si diluye la eficacia de la visión o retrae a los líderes y a la congregación, puede tratarse más de miedo que de seguridad.

El progreso encuentra resistencia
El libro de los Hechos deja bastante claro a lo largo de la narración de la iglesia primitiva que el progreso y los problemas son inseparables. El progreso por el bien del evangelio siempre encontrará resistencia, pero sigue siendo nuestra responsabilidad seguir adelante.

Contratiempos y desánimo
Todos podemos identificarnos con la realidad de los contratiempos y el desánimo. Con el tiempo, eso agota la energía y la visión de un líder, lo que permite desviarse hacia el interior en lugar de alcanzar el exterior.

Desconexión con la cultura actual
En el momento en que no conectamos con la cultura actual o no la entendemos, automáticamente empezamos a desviarnos hacia el interior. Esto no significa que no nos preocupemos, pero se traduce de esa manera para aquellos fuera de la iglesia porque no entendemos cómo piensa la gente y por lo tanto no podemos conectar o comunicar bien nuestra compasión.

El liderazgo tiene una cómoda sensación de estar ocupado
Es fácil que las iglesias en general se conviertan en «máquinas ocupadas», y que con el tiempo encuentren una especie de comodidad en ese lugar. La iglesia funciona bien, pero hay poco sentido de urgencia o energía para alcanzar a la comunidad.

4 formas de hacer que su iglesia pase de estar centrada en sí misma a estarlo en el exterior:

1) Sacudirse el pasado
Sean cuales sean las razones por las que su iglesia se ha desviado hacia su interior, usted no tiene por qué quedarse ahí. Determine sacudirse el pasado y recuperar la pasión y la confianza que una vez tuvo para moverse intencionadamente hacia el exterior.

Esto no pretende sonar como un tópico molesto. Sabemos que no es fácil. La Iglesia quiere replegarse sobre sí misma, pero el dolor de quedarse estancada es mayor que el riesgo de seguir adelante.

Permítanme ofrecerles algunas ideas para empezar.

  • Recuerde sus sueños y su visión cuando llegó a la iglesia.
  • Simplifique su ministerio.
  • Tómese unos días de retiro para encontrar descanso espiritual y lograr hacer algunos cambios.
  • Pida ayuda a los demás. Puede que tenga todos los dones y el talento que requiera, y todavía necesite un poco de ayuda para lograr un avance.

2) Conviértase en un estudiante de la naturaleza humana
Para ser un líder espiritual compasivo se requiere algo más que un corazón que se preocupe constantemente por las personas, también debemos comprender la naturaleza humana para conectar y preocuparnos de verdad.

Si estamos alejados de las realidades de la vida cotidiana porque nos consume el funcionamiento interno de la iglesia, es fácil perder el contacto con lo que ocurre a nuestro alrededor y, por tanto, perder relevancia. Entonces perdemos nuestra sal y nuestra luz.

Necesitamos tomar nuestro corazón para la gente y añadirle tiempo con personas que están fuera de la iglesia, piensan y viven de manera diferente. Eso siempre cambiará la dirección de nuestros ministerios.

¡Involucrar a nuevos amigos a través de la amabilidad y la conversación significativa crea un hambre de hacerlo aún más! Es una manera centrada en el evangelio de dirigir una iglesia hacia el exterior.

3) Enfocarse hacia adelante
Hay un matiz único de liderazgo que nos ata a la verdad de que hacia afuera también debe ser hacia adelante.

¿Por qué? Porque el progreso es siempre hacia adelante. Eso no es tan fácil de ver cuando se está en las trincheras del ministerio diario. Es demasiado fácil estar ocupado, pero no ser productivo, y sorprendentemente común trabajar duro, pero quedarse parado.

Esto es matizable porque hay una subjetividad relacionada con su definición de avanzar. La definición y la medida del avance deben estar siempre en consonancia con su propósito y su visión, o de lo contrario usted puede caer en la trampa no tan aparente de estar ocupado, pero no avanzar.

He aquí un buen punto de partida. Para la mayoría de nosotros es difícil decir no y cortar proyectos y ministerios favorecidos pero improductivos. Sin embargo, ¿cuáles son los elementos esenciales irreductibles que hacen avanzar hacia el cumplimiento de su misión? Céntrese ahí. Esa lista es casi siempre más corta de lo que usted piensa.

4) Invertir en la misión por encima de la máquina
Cuanto más crece una iglesia, más fácil resulta organizarse en exceso y evangelizar poco. El resultado es alimentar la máquina por encima de la misión. La máquina de la iglesia local puede convertirse en un monstruo siempre hambriento que gruñe pidiendo más comida.

Comprendemos la naturaleza de la máquina, las funciones necesarias pero agotadoras del funcionamiento. Más políticas, más reuniones, más dinero, más sistemas, más personal, más cosas. Entendido. Sólo más. Pronto todo su tiempo y energía se van allí: ¡la máquina por encima de la misión, hacia dentro y no hacia fuera!

El remedio no es fácil, pero está claro. La misión por encima de la máquina.

Si nos disciplinamos para alimentar la misión, es decir, poner allí nuestro mejor pensamiento, tiempo, esfuerzo y dinero, al final avanzamos hacia fuera y hacia delante.

No se trata de descartar las operaciones de la iglesia (la máquina); es necesario, pero la responsabilidad del liderazgo es mantener la misión en primer lugar. La máquina debe estar siempre al servicio de la misión.

Una buena forma de hacerlo es elevar el ministerio a la siguiente generación. Un tema para otro post.

Derechos de autor © Dan Reiland

Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera